Esta planta silvestre comestible es procedente de los mediterráneos y ha sido recogida por nuestros antepasados desde hace miles de años, siendo sus primeros registros en la época de apogeo del Imperio romano, donde se usaba como afrodisíaco. Actualmente, se le considera como una especie que pertenece a la familia de la col y, desde 1990 se ha ido incorporando a la gastronomía, aunque en la actualidad aún pasa desapercibida en gran parte de las cocinas occidentales y se puede ver sobre todo en la mediterránea. Ayuda a prevenir el cáncer, la osteoporosis, ayuda a perder peso y a gestionar la diabetes.
Se consumen principalmente sus hojas, tanto en ensalada, bocadillos y pizzas. Las flores también son muy utilizadas, en sopas, mantequillas y como decoración. Sus semillas se utilizan como sustituto de la mostaza.
Las hojas jóvenes espatuladas se vuelven liradas y con el margen profundamente hendido. Las flores, tetrámeras, perfectas, se encuentran en racimos, la corola tiene cuatro pétalos en forma de cruz (crucíferas), de color blanco a amarillento, con venación violácea y frutos en silicuas cilíndricas. Florece en primavera o a finales del invierno.
Hasta el momento no hay evidencias de efectos secundarios asociados al consumo de rúcula. Sin embargo, se debe tener cuidado en caso de alergias o intolerancias, pues podría detonar incómodos síntomas.