Uno de los principales problemas cuando nos enfrentamos a relatar una historia es cómo hacerla avanzar de forma que no resulte predecible. Pues bien, aunque en realidad esta es una herramienta que viene intrínseca dentro del proceso de la escritura, existe un concepto que nos puede ayudar a afrontar estas situaciones.
Por lo general, cuando nos enfrentamos al hecho de escribir una historia, en su mayoría solemos contar con una idea preconcebida de lo que queremos contar y algunas veces hasta el cómo queremos hacerlo. Pero muchas veces esta idea, es el esqueleto de un reloj al que le faltan todavía muchas piezas para que el mecanismo funcione adecuadamente. Los puntos de giro son esos engranajes que conforman la maquinaria del relato.
Como decía anteriormente, por lo general cuando iniciamos a escribir ya venimos con la idea traída de casa y en muchos casos solo hace falta sentarse frente a la página en blanco y vomitar, de forma literaria, nuestra idea. Muchas de esas veces, insertamos puntos de giro o disparadores sin ser siquiera conscientes de que lo hacemos. Pero conocer el funcionamiento de estos y saber que son, nos puede salvar de más de un bloqueo.
¿Qué son?
Los puntos de giro o disparadores, son ciertas acciones o eventos dentro de un relato que obligan a este a avanzar en una dirección u otras. Estos nos permiten que nuestros personajes salgan de su “zona de confort” y se adentren en la aventura. Estos disparadores pueden ser tan simples como “se va la luz”, “comienza una tormenta” o “llaman a la puerta”. Por si solas son eventos simples y fáciles de comprender, pero que desde el punto de vista literario nos pueden permitir mover a un personaje de un punto “A” a un punto “B” o cambiar por completo una situación que estaba aconteciendo en la historia.
¿Cómo emplearlos?
Por poner un ejemplo, imaginemos que nuestro personaje se encuentra ante una encrucijada de caminos, donde el camino que estaba siguiendo se bifurca en dos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Nuestro personaje ha de decidir hacia qué lado continuar su camino.
Este es un punto de giro clásico, pues nos obliga como escritores a elegir uno de los dos caminos dejándonos con lo “que pasaría si hubiera ido por el otro lado”. Ese punto de giro sumado a muchos más, donde nosotros como autores y el personaje tenemos que tomar decisiones. Muchas veces estas serán en principio de apariencia simple, pero que con la suma de las consiguientes acaban desencadenando en el final de la historia.
Claro está, como mencionaba al principio, que estas herramientas suelen estar asumidas de forma involuntaria cuando escribimos y no nos paramos a pensar si nuestro personaje debería ir por una camino u otro en una bifurcación, pues finalmente llegará a su objetivo sea cual sea. Pero en muchos casos de bloqueo, conocer que se pueden utilizar esta clase de disparadores o puntos de giro, nos permite enfrentarnos a la escritura desde el planteamiento de “y si ahora tuviese que hacer X cosa, ¿Que haría el personaje?” que simplificando es plantearse un punto de giro para mover la historia en vez de mover la historia y que vayan apareciendo los puntos de giro.
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